La ministra de Educación, Isabel Celáa, reconoce que nos encontramos en una época que pone a la educación (y a la pedagogía) en el centro del sistema, y es a través de ella como puede cambiarse el mundo. Vivimos inmersos en un mundo en el que la única realidad es el cambio disruptivo que altera lo conocido hasta ahora, una revolución tecnológica alumbrada por las ciencias del conocimiento. Los robots ya no son solo literatura, somos contemporáneos de ese futuro; la IA, las tecnologías cloud, el 5G, etc. son cambios en nuestra vida y en la educación, a la que miramos para generar el conocimiento de los jóvenes, creadores del futuro.
Los cambios de la sociedad son un desafío para el sistema educativo, interesa la educación como política pública. La educación es importante como base del cambio porque significa desarrollo de la persona humana, una herramienta de igualdad y factor-puerta a la economía; es importante atajar la desigualdad que da lugar a la brecha entre el precariado y los profesionales.
El tránsito a la automatización laboral es elevado en España, sobre todo en sectores donde sus trabajadores tienen menores niveles de competencias; de ahí la importancia de la educación, ya que debemos evitar polarizar el mercado de trabajo. Los algoritmos y los robots pueden trabajar siguiendo un patrón, pero las ocupaciones más creativas serán las menos afectadas por la automatización. Hay que orientar a los alumnos a no competir con los robots; hay que enseñarles a pensar, a consolidar resultados significativos. La clave hoy es aprender a aprender ya que no sabemos en qué sociedad van a vivir los alumnos. Lo que nosotros debemos hacer es garantizar que los jóvenes quieran y puedan seguir estudiando tras su escolarización (longlife learning).
España necesita que los alumnos estén titulados en la Enseñanza Obligatoria, pero que el 90% se quede en la Educación Postobligatoria. Es muy necesario. Para ello, se está configurando un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje, y la digitalización es central y transversal, pues nos abre nuevas formas de pensar, implementada desde la educación infantil. La FP ha de ser una vía de prestigio, colaborando con las empresas, pero todavía hay mucho que avanzar.
Sin duda, la educación es de vital importancia, hay que llegar a un acuerdo, a un pacto no contaminado por cuestiones tangenciales. Los riesgos vienen de la mano de las oportunidades.
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